Los años
veinte fue una época de cambios, tanto económicos como sociales, sobre todo en
Estados Unidos: la liberación de la mujer, el final de la Primera Guerra Mundial, la diversión, la vida nocturna, la extravagancia y la sofisticación, el
despilfarro... Pero estos tiempos, también conocidos como la época dorada,
terminaron con la gran depresión, el “crack” de 1929. La moda no fue menos y
también vivió cambios importantes, convirtiéndose en uno de los años más trascendentes
para la moda femenina.
Para el día,
tanto hombres como mujeres, buscaban la comodidad en su vestuario a causa del
trabajo. Eso no era una novedad en los hombres, pero sí en las mujeres que comenzaban su incorporación
al mundo laboral. Ellas querían parecerse a los hombres, por eso escogían
habitualmente trajes “unisex”, buscando masculinizar su imagen.
En la noche
dejaban a un lado el trabajo y la responsabilidad para dar paso a la diversión
y la extravagancia, surgiendo un espectáculo de lujo con una sofisticación exagerada.
Las mujeres llevaban vestidos brillantes con lentejuelas, flecos, pieles y
plumas; adornados con boas, tocados y capas. Combinaban colores vistosos como
símbolo de la alegría del final de la guerra. Los hombres, por otro lado, como
muestra de su dinero adornaban sus trajes con bastones, monóculos y largas
boquillas.
Las mujeres de
esta época, llamadas “flappers”, son las precursoras de lo que somos en la
actualidad. Por lo tanto, esta época es el origen de la mujer moderna. Eran
mujeres rebeldes con conductas que se consideraban socialmente incorrectas:
fumaban en público, bebían licores, conducían, trabajaban, eran independientes
y escuchaban música no convencional: el jazz.
Su estilo se
conocía como “garçone”, procedente de la palabra francesa garçon, es decir,
hombre. Utilizaban el pelo corto por debajo de las orejas con flequillo y
patillas. El peinado más popular era “wavy bob”, ondas de agua. No se
maquillaban en exceso, pero sí que lograba llamar la atención de los ojos y de
la boca. Esta moda hacía que sus caras resaltaran de más, y para contrarrestar
aquello, se empezaron a depilar las cejas extremadamente, consiguiendo así
atraer la vista a sus miradas. Para recargar su vestimenta utilizaban perlas y
gargantillas de gran valor. Pero, como hemos dicho anteriormente, la diversión
y la comodidad eran muy importantes, por lo que utilizaban zapatos de tacón
bajo pensados para bailar cómodamente el charlestón y el jazz.
Louise Brook |
El lujo y la sofisticación de la época dorada terminaron por el mundo financiero en 1929. La bolsa de Estados Unidos tuvo una enorme crisis, creando así pobreza en todo el mundo. Al no tener dinero, la diversión y el despilfarro se quedaron a un lado, y por lo tanto, finalizó una de las épocas más extravagantes en el mundo de la moda. Pero este estilo no ha muerto, ya que algunos diseñadores como Gucci, Chanel y Armani, aun lo siguen utilizando.
Si os atrae
este tema no dudes en ver la película “El Gran Gatsby”. Esta película de 2013 está ambientada en la
alta sociedad norteamericana de los años 20. En “El Gran Gatsby” se puede ver
perfectamente la sociedad de aquella época, y con ello la moda. El vestuario
está muy bien elaborado. Además, algún que otro vestido son copias exactas
originales, como uno de Coco Chanel, una de las diseñadoras más importantes de
esa época. Aunque la mayoría se encargaron a Miuccia Prada, que hay que admitir
que hizo un gran trabajo recreando esa moda tan especial. Aquí os dejamos el
tráiler de la película:
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